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¿Qué escuchás cuando conversás? Claves para desarrollar la escucha activa

¿Dónde están tu mente y tu atención cuando tenés que escuchar? Disminuir nuestro ruido interno es una manera de estar realmente presentes y de incrementar la capacidad de conectar con los demás, y así  mejorar la calidad de nuestros vínculos.

Respondé a estas preguntas de manera sincera. La situación es la siguiente: estás charlando con alguien y la conversación es lo suficientemente importante como para que tu escucha, muy atenta, sea fundamental. Vos…

¿Vas pensando tu respuesta mientras la otra persona aún está hablando?
¿Suponés lo que va a decir antes de que lo diga?
¿Interrumpís para dejar claro tu punto de vista o para terminar las frases de la otra persona?
¿Desconectás por momentos y empezás a pensar en temas que tenés pendientes y que nada tienen que ver con esa charla?
¿Reaccionás con impulsividad ante ciertas palabras?

Si respondiste que sí más de tres veces, te cuento que es muy común, y te recomiendo que sigas leyendo.

Te invito ahora a pararte del otro lado y pensar en cuántas veces sentiste que eras vos a quien el otro no escuchaba, no entendía…  ¿Cuántas veces te sentiste ignorado frente a lo que decías?

Nos enseñaron que en la comunicación es el orador o emisor quien dirige el ritmo, considerando al acto del habla como protagonista. Quiero discernir un poco: es la escucha, el fenómeno que valida al habla. Si no hay alguien que escuche, no se puede conversar.

Cuánto nos ejercitamos constantemente en mejorar nuestra forma de hablar, nuestra oratoria, en la calidad y cantidad de palabras que decimos procurando que el mensaje se entienda y llegue al otro; pero a escuchar ¿cómo aprendemos?

Si bien es necesario captar la atención del otro para que nos escuche, hay algo que nos excede. La escucha requiere de una atención plena que involucra a todos los sentidos. La escucha no tiene, por lo tanto, nada de pasividad ni de receptividad. El oyente está allí, interpretando cada palabra que le transmiten, haciendo y deshaciendo el relato.

Encaminándonos hacia una escucha activa

El primer paso se da al minimizar nuestro ruido interno, esa catarata de conversaciones que ocurre en nuestra mente, esa que sugiere, aprueba, desaprueba, se emociona, relata, recuerda y se adelanta… Es común, nos pasa a todos y lo hacemos de manera inconsciente.

Entonces, ¿es escuchar una misión imposible? No, para nada. Pero tenemos que tomar consciencia de que esta escucha está impregnada de nuestras interpretaciones y por ese mismo motivo, lo que entendamos al escuchar, tendrá varias interferencias.

Para disminuirlas e ir bajándole el volumen a todo ese ruido es clave generar un espacio, un contexto para la escucha. De nada sirve iniciar una conversación en un lugar en donde no estemos cómodos, no hay intimidad suficiente o en el que las condiciones no son aptas para desarrollar una conversación (demasiado ruido, exceso de personas, condiciones climáticas extremas o que incomodan y distraen, por pensar en algunos ejemplos).

Más allá del ruido, interno o externo, es necesario también predisponer a nuestro cuerpo a la apertura necesaria para esta situación de comunicación. Esto se va generando con la postura, la mirada y los gestos, que serán capaces de transmitirle a quien conversa con nosotros: “Estoy para vos, con toda mi atención y mis sentidos puestos en lo que me decís”.

La escucha implica ser coherente con la predisposición hacia el otro y hacia mí mismo, implica un esfuerzo, implica enfocar la atención plena. De nada sirve que estemos “escuchando” mientras revisamos el celular o miramos televisión.

Vuelvo al tema del ruido interno para enfatizar que ser conscientes de su existencia y esforzarnos por bajar su volumen puede colabora en gran medida a responsabilizarse como un orador activo en la conversación. Desde este enfoque, la posibilidad de interpelar e indagar con el objetivo de alcanzar una mayor comprensión de ese orador, considerado como un otro con toda su individualidad y particularidades, aumenta increíblemente.

Ampliando nuestra escucha, incrementaremos nuestra capacidad de conectar con los demás, de mejorar la calidad de nuestros vínculos: el otro se siente comprendido, respetado y por lo tanto; validado.

Esas son las valiosas claves:

Generar el contexto.
Predisponer nuestro cuerpo.
Conectarte aminorando tu ruido interno.

Recordá que el otro siempre tiene algo para regalarnos; un aprendizaje, una anécdota con una profunda sabiduría. Solo hay que saber escuchar. Pero también recordá, más que nada, que todos necesitamos ser escuchados.
Agradecemos a Globant y a Gabriel Allasia por ser anfitriones de este encuentro y a cada uno de los 45 participantes que hicieron que fuera un evento único. Un agradecimiento especial a los Sponsors Platinum del Ciclo: Libertad, Bancor y Oxala Travel; a los Sponsors Gold de este encuentro, Medifé y Ase; y también a La Voz por acompañarnos como media partner.

Vonvix [imagen digital]. Extraída de Unsplash
Flipsnack [imagen digital]. Extraída de Unsplash

Victoria Urdiales

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